
Nico Rosberg gana las cuatro primeras carreras, mientras Lewis Hamilton sufre todo tipo de problemas. Mercedes debe hacer una carta pública para descartar sabotaje. Ferrari y Sebastian Vettel suman más frustraciones que puntos, y el alemán se muestra más nervioso que nunca. Red Bull asciende a Max Verstappen y degrada a Daniil Kvyat luego del choque en Rusia. Histérica Fórmula Uno con sólo cuatro carreras de 21.
Luego de otra victoria de Nico Rosberg en el GP de Rusia, la racha del alemán llega a las siete victorias consecutivas desde noviembre de 2015 a la fecha, y lo sitúan en cabeza del campeonato de Fórmula Uno con 100 puntos, por 43 de diferencia sobre el campeón, su compañero de equipo, Lewis Hamilton.
El inglés padeció otro problema de motor de su auto en la clasificación en Sochi, el mismo que lo dejó sin clasificar en China 15 días antes, y al no poder salir a la Q3, debió largar la carrera desde el décimo lugar.
Sebastian Vettel penalizó cinco puestos para la grilla de Rusia, al decidir Ferrari un misterioso cambio de caja de velocidades luego de las prácticas del viernes, por lo que el alemán largó séptimo tras clasificar en segundo lugar detrás de Rosberg.
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Luego de su polémica maniobra en la primera curva del GP de China, Sebastian Vettel y Daniil Kvyat largaban juntos otra vez en la carrera siguiente. Y el ruso, delante de su público, acaso con mayor presión de la imaginada, se equivocó y chocó la Ferrari dos veces en dos curvas, hasta dejarla fuera de carrera. En el choque, se vio involucrado también el otro Red Bull, de Daniel Ricciardo, e indirectamente el Toro Rosso de Carlos Sainz, que recogió restos del accidente que dañaron su auto.
Pero lo que pasó después del GP de Rusia, es francamente incomprensible, o al menos inedito.
Mercedes publicó una carta pocas horas después, abierta a los fans, explicando que no hay equipo A y B, en función del intercambio de mecánicos al que hizo mención Hamilton el fin de semana respecto a los que tenía cada piloto en 2015, y también en la carta explicó que Rosberg también tuvo problemas con el motor, por lo que debió correr en modo seguro la última parte de la carrera. Esta explicación pone al alemán en una situación similar a Hamilton en cuanto a posibles problemas técnicos, y se complementa en la carta abierta con una explicación del esfuerzo que hizo el equipo por traer de Inglaterra las piezas que necesitaban para reemplazar en el auto del inglés el sábado por la noche, para que no penalice posiciones extra y pueda largar desde el décimo lugar, mostrando un total compromiso con ambos autos.
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Una vez que pudo ver las imágenes apenas terminada tempranamente su carrera de Rusia, Sebastian Vettel se acercó al pitwall de Red Bull en pleno Gran Premio, y tuvo una conversación breve con su antiguo jefe, Christian Horner. Naturalmente se infiere que relacionada a las dos carreras consecutivas en las que Daniil Kvyat participó de las maniobras que arruinaron su plan de carrera.
El miércoles por la mañana, Red Bull tomó la decisión de intercambiar a dos de sus pilotos, ascendiendo a Max Verstappen al equipo principal como compañero de Daniel Ricciardo, en reemplazo de Kvyat, quien regresará a Toro Rosso junto a Carlos Sainz desde el próximo GP de España.
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La medida, explicada por Hemlut Marko, se debe a la necesidad de preservar a Kvyat de posibles nuevos errores en carreras donde se pagan caro como Mónaco y Canadá, justificando además que la presión pudo ser la causal de lo ocurrido en Sochi, entendiendo que el primer toque con Vettel podría considerarse un exceso y nada más, pero dando una sentencia de “inaceptable” para el segundo, que terminó estrellando a la Ferrari contra las defensas de la curva 3.
Si bien podría parecer un castigo para el ruso, lo que en el Paddock se sabe es que tanto Mercedes como Ferrari tenían en sus planes intentar la contratación de Verstappen para 2017, y este ascenso repentino es más una maniobra para asegurarse los servicios del joven holandés para Red Bull Racing, que una decisión de perjudicar o sancionar a Kvyat por sus errores de Sochi.
Apenas cuatro carreras. Un sistema de clasificación que fue abolido después de dos por ser un total fracaso. Una guerra dialéctica entre Bernie Ecclestone y los constructores, otra con los pilotos. Y por si algo faltaba, un equipo como Mercedes, dominador absoluto, teniendo que explicar que no están saboteando al Campeón del mundo, Lewis Hamilton. Un piloto como Sebastian Vettel yendo a quejarse públicamente con Red Bull por uno de sus pilotos, y el equipo que decide en tan sólo cuatro carreras, bajar a quién venía de hacer un inesperado podio una carrera antes, por un choque en la primera curva de la siguiente. Por último, un equipo que apenas en la cuarta carrera, en mayo, mueve su plantel de pilotos, tratando de retener a uno de ellos para que no se vaya a la competencia con diez meses de anticipación. La Fórmula Uno, en un estado de histeria total.
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