
Lejos de la prensa que siguió a Fernando Alonso por una hora en el Día de Medios, el único japonés en la IndyCar atendía con mucha simpatía, pero la confianza que ha crecido, a la prensa que disfrutó su clasificación para las “500 Millas de Indianapolis”.
Y es que no muchos se percataron que Takuma Sato tenía amplias posibilidades para ganar la competencia más importante de la IndyCar Series, por dos factores: estar en Andretti Autosport, el mismo equipo (y el más fuerte) que el español y por manejar el mismo auto que se posicionó para ganar el año previo, mediante el colombiano Carlos Muñoz, quien se quedó a cuatro segundos de alcanzar al extremadamente ahorrativo Alexander Rossi.
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Ahí, en un cubículo colocado a la esquina del recinto de entrevistas, cautivó a miembros de la prensa mientras explicaba las maniobras arriesgadas para obtener la cuarta posición de salida, que incluyeron un contacto con el muro a más de 360 km/h, que solo dejó rasguños en el chassis.
“Sabía que el auto no tenía carga aerodinámica y que de la primera a la segunda vuelta habría degradación y estaba usando toda la pista, de la línea interna hasta debajo de la línea blanca”, explicaba mientras jugaba constantemente con sus manos, mostrando lo cerca, o lejos, que se encontraba de la pared.
“¿Hay preocupaciones con la confiabilidad de los motores?”, le pregunté.
“No, porque no es algo que puedas controlar”, expresó. “Honestamente, sí, hay un poco, pero estoy confiado de que los ingenieros trabajan duro para mejorar la confiabilidad y en la gran performance que ya tenemos”, afirmó.
“¿Esta es tu mejor oportunidad para ganar?”
“Lo creo, ciertamente estoy en mi mejor lugar de inicio, entonces no veo por qué no sea la mejor oportunidad”.
Más que descriptivo, mostraba humildad y confianza. No por nada, es uno de los más carismáticos del paddock.
LA HISTORIA DEL KAMIKAZE
Durante las últimas dos décadas, Sato forjó una historia que, a pesar de ser caracterizada por tener una numerosa cantidad de accidentes, ahora será recordada por entregarle a Japón las más grandes satisfacciones en el deporte motor.
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Desde que se convirtió en miembro de Honda en 2001, la rapidez que lo ha hecho único entre un grupo de pilotos japoneses que no han podido trascender en las principales categorías internacionales, sumado a un interesante entendimiento técnico al momento de desarrollar diversas áreas, llevó a que se caracterizara como uno de los pilotos del futuro de la Fórmula 1.
Pero a esto solo le faltaba un solo detalle: convertirlo en resultados.
Las estadísticas siempre lo demostraron: quedó clasificado en 58 de los 90 Grandes Premios en los que participó (64.4%) de 2002 a 2008. Fue octavo en el Mundial de 2004, año en el que lideró sus únicas dos vueltas en la Máxima Categoría y subió a su único pódium, coincidentemente, en Indianapolis, con el potente BAR-Honda que ayudó a desarrollar desde un año antes.
Su sencillez es tan recordada con las escenas en las que finalizaba en quinta posición en la carrera de casa, Suzuka, con Jordan, o cuando llegó sexto en Montreal con el Super Aguri, el de menor presupuesto de aquel entonces. Nada mal para alguien que se inició en el deporte a los 20 años de edad.

Los festejos en Suzuka duraron varias horas, después de que el entonces piloto de Jordan finalizara quinto en su primer Gran Premio de casa, en 2002.
Cuando Sato llegó a la IndyCar, de la mano de Jimmy Vasser, volvió a demostrar talento y rapidez, al clasificar en el Top 11 en tres de sus primeros cuatro arranques, incluyendo su primera demostración en un óvalo. Pero una vez más, el “Talón de Aquiles” era la inconsistencia durante los domingos. Hasta antes del fin de semana pasado, había completado 78 de 123 competencias (63.41%), en una trayectoria que incluyó 10 abandonos en 2012 y 2013.
31 fueron por accidentes. La más dolorosa fue Indy, en 2012, cuando intentó ganarle a Dario Franchitti en la última vuelta, en una maniobra en la que terminó en la pared. Pero él nunca hizo caso a las críticas, por lo que tras su paso por equipos como el de Vasser, AJ Foyt y Bobby Rahal, llegó al de Michael Andretti, conocido porque sus coches siempre son competitivos en superóvalos. La humildad y confianza, presentes, más por llegar a un equipo de punta.
HISTORIA EN INDIANAPOLIS
Así fue como llegó la edición 101 del evento, considerado parte de la Triple Corona del automovilismo, en el que Sato clasificó junto a Alonso, la gran estrella vigente de la Fórmula 1, en la segunda fila de salida; fue contendiente en todo momento, a pesar de las fallas de algunos propulsores japoneses, pero fue cuando superó a Helio Castroneves en los últimos giros que se quitó la carga del pasado y sus errores en pista fueron perdonados.
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Como toda mentalidad japonesa, así como su trayectoria deportiva en una de las fábricas más condecoradas de los últimos 50 años, la disciplina fue parte de las claves para poder conseguir esta hazaña.
“La velocidad viene de preparación, y ese fue el caso desde el Día 1, lo cual me impresionó no solo por el nivel de calidad en la que estos autos son construidos, pero el programa de testing”, fueron algunas de sus palabras.
“No me imaginaba a mí mismo ganar, pero siempre es nuestro objetivo. Cuando corremos aquí, la única razón nuestra es ir por la victoria”.
Sato es apenas el 12° japonés en correr en la especialidad de monoplazas en Estados Unidos, representando a un país que si bien se ha caracterizado por trascender en los programas de construcción de motores competitivos y de campeonato, le faltaba un piloto que pudiera dejar huella, cuestión que espera seguir cambiando para el futuro con este logro.
“Creo que hay un gran potencial en los pilotos japoneses jóvenes, y hay algunos de ellos en Europa. Desafortunadamente no hemos visto pilotos en crecimiento en Estados Unidos”, dijo.
“Hay una gran pirámide y sistema de becas desde los Junior Fórmula hasta Indy Lights e IndyCar. Siempre hay una gran oportunidad, y Honda está comprometido con esta serie, y estoy aquí para ayudar”.
Asimismo, su victoria es emotiva en función de los esfuerzos que ha realizado a favor de su país natal desde el terremoto que azotó la región en marzo de 2011, y que todavía resiente sus secuelas. Prueba de ello es el programa “With You Japan”, en el cual se convoca a hasta 150 niños afectados para que dejen de lado las penurias de vivir en refugios temporales.
“Hemos hecho un evento de go karts en los últimos años, y se está corriendo la voz por todo Japón ahora”, compartió. “Tanto como pueda, quiero seguir ayudando a los niños hasta que se conviertan en adultos, y esperando que uno de ellos se convierta en piloto profesional de carreras”.
Sin duda, como ocurre año con año, esta victoria convertirá a Sato en uno de los embajadores más recordados, emotivos y especiales de la historia de la IndyCar y de las 500 Millas de Indy. Lo más importante, así como estrellas como Kanaan, Castroneves y Mario Andretti, con humildad y confianza.
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