
En el año 2013 Detroit declaraba en bancarrota. La también conocida como Ciudad del motor, tenía una deuda de 1500 millones de dólares. Te presentamos un breve crónica de una ciudad que pasó de la gloria a la pena en un abrir y cerrar de ojos.
A principios del siglo XX, surge la industria automotriz en la ciudad. Gracias a su ubicación geográfica privilegiada, disponibilidad de materias primas y mano de obra a buen precio, los fabricantes decidieron instalarse en esta ciudad de Michigan. Tal com lo hizo Ford en 1904 y al cual le siguieron los hermanos Dodge, William Durant y Chrysler.
A partir de entonces la ciudad comenzó a especializarse en este sector. Quizá su primer error y el cual tendría consecuencias más adelante. Al poco tiempo Detroit ya era sede del mundo automotriz en Estados Unidos conjuntado a los tres principales fabricantes: Ford, GM y Chrysler.
Pero su verdadero apogeo viene al finalizar la Segunda Guerra Mundial. Durante la Primera Guerra y la Segunda, se había concentrado en producir vehículos militares. Pero una vez acabada la Segunda Guerra, el mercado quedo a disposición de Estados Unidos, quien a falta de competencia tuvo el camino libre para abarcar la demanda industrial, entre otras la automotriz.
El crecimiento de Detroit explotó en esa época y no pararía hasta mediados de la década de los sesenta. Incrementó la producción y con ello la oferta de empleo. Todos se veían beneficiados y esto se reflejó en la ciudad. Edificios altos, zonas habitacionales, centros comerciales y en la misma demografía. A principios del siglo XX la población de la ciudad era apenas de 285.000 habitantes. Durante su época de oro se incrementó a 1.850.000 habitantes.
Sin embargo nada es para siempre. En 1973, la crisis del petróleo afectó seriamente a todos. Especialmente a la industria automotriz y entre sus sedes, a Detroit. El aumento en el precio del combustible no sólo afecto la producción sino que generó una nueva tendencia. Los autos estadounidenses se caracterizaban por su tamaño y su rendimiento, el cual demandaba un alto consumo. El mercado buscaba opciones más eficientes y económicas. Europa y Asia entraron al juego tras haberse recuperado de la guerra.
Los problemas fueron los siguientes. Las plantas de Detroit eran demasiado especializadas. A la ciudad le tomó mucho tiempo adaptarse a las nuevas tendencias. Por otro lado, el aumento de los precios en el combustible generó una tendencia al recorte de gastos, es decir, despidos masivos a causa de una reorganización estructural y de la producción a través de la automatización. Miles quedaron sin empleo. Gente que no sabía otra cosa que hacer autos. Así mismo, la ciudad no tenía otra industria tan pujante como la automotriz por lo que la crisis de ésta era la crisis de todos.
A esto se suma la aparición de los fabricantes asiáticos y europeos, en especial de los japoneses quienes recuperados económicamente, generaron revolucionarios procesos de calidad como el Lean System y fabricaban autos de acuerdo a las necesidades del momento. El sólo hecho de que ya existía competencia impactó a una industria que estaba acostumbrada a navegar en solitario. El oligopolio de los tres grandes llegaba a su fin.
La otrora Ciudad del Motor, no se pudo recuperar de estos reveses y los tres grandes comenzaron a cerrar plantas ahí y a buscar mercados en otras ciudades de Estados Unidos y en otros países. Preferían comenzar desde cero que recomponer un camino bastante complejo en Detroit.
Quizá el último clavo lo puso la crisis de 2008. Aquella que todos vivimos y que parecía hacer tambalear al “sistema”. La crisis terminó de destruir el poderío de las tres grandes marcas que antes le dieron su poder a Detroit. Incluso, tuvieron que recibir 14 mil millones del gobierno federal para no desaparecer.
Hoy Detroit es una ciudad fantasma, con más de 70 mil edificios vacíos, donde el 36,4% de la población vive bajo el umbral de la pobreza y que es considerada como la ciudad más peligrosa de Estados Unidos. En 2013, había propiedades que se vendía por 500 dólares y algunas incluso a un dólar. Hay rascacielos de más de 40 pisos completamente vacíos y su población se redujo de 1.8 millones a 700 mil habitantes.
Es cierto que existen planes de desarrollo. Hace poco, el multimillonario Dan Gilbert movió su compañía de 10.000 trabajadores al centro de Detroit y compró más de 78 propiedades. La ciudad empieza a ser parte de movidas de street art y se recuperó la colección del Instituto de Arte – que llegó a estar a punto de venderse para saldar deudas – que incluía los murales industriales de Diego Rivera de la década de 1930.
Sin embargo, con todo y los murales de Rivera, es difícil que aquella que fuese la capital mundial del auto viva la gloria nuevamente.
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