
Mercedes-Benz acaba de presentar la variante más radical del AMG GT, pretexto perfecto para repasar la historia de una de las marcas con más tradición en lo que a autos deportivos se refiere.
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La firma Mercedes-Benz asentada en Stuttgart no sólo es la más antigua de todas, con 130 años a sus espaldas si contamos la primer patente de su antecesora Benz, también es una de las que más tradición tiene en el mundo del automovilismo deportivo, desde las míticas “flechas de plata”, con un compromiso constante de permear ese éxito en competición a sus autos de calle.
MERCEDES-BENZ 300 SL GULLWING 1955, EL INICIADOR
El primer deportivo de calle de Mercedes-Benz en alcanzar el estatus de “leyenda” es sin duda el memorable 300 SL, derivado directamente de un auto de competición (inmiscuido en la tragedia de Le Mans de ese mismo año), recibió el apodo de “Gullwing” (alas de gaviota) por sus puertas abisagradas en la parte central del techo, necesarias dado el alto umbral de las puertas.

El 300 SL fue el primer deportivo de Mercedes-Benz en alcanzar el grado de leyenda en el ideario colectivo.
Flecha de plata
Destacaba por su tamaño compacto y su peso ligero gracias al uso de aluminio, el voluntarioso motor de 3.0 litros, seis cilindros en línea y 215 caballos le permitió llegar en algunas variantes hasta los 260 kilómetros por hora. Se construyeron 1,400 Coupés y 1,858 Roadsters con puertas convencionales.
CLK GTR 1999, EL MÁS CARO
Compartiendo apenas las luces con el CLK de calle, el GTR era un biplaza de motor central, animado por un enorme V12 de 6.8 litros capaz de producir 720 caballos de fuerza 572 lb-pie de par, una mejora sustancial contra el modelo de competencia que ofrecía 612 caballos. Las prestaciones eran un 0 a 100 km/h 3.8 segundos y una velocidad máxima de 322 km/h.
De lo bueno, poco
El precio en aquel entonces alcanzó el millón y medio de dólares (el más alto de su época). Sólo 25 ejemplares fueron construidos como requisito para homologar el auto de competición en Le Mans, aunque sólo uno llevó el volante a la derecha, aunque posteriormente hubo seis Roadsters sin techo.
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SLR MCLAREN 2004, EL DEPORTISTA
Mercedes-Benz y McLaren tenían ya una exitosa asociación en la Fórmula 1 como proveedor de motores y constructor desde finales de los 90, cuando el segundo cesó su relación con Honda. Decidieron llevar esa sociedad a las calles para el siguiente milenio, y de paso rescatar una denominación histórica de los autos de competencia hermanados con el SL: SLR, del que nos dieron un adelanto conceptual en 1999.
Homenajeando al Sir
El Mercedes-Benz SLR McLaren fue el representante más radical del lenguaje de diseño de Stuttgart con faros de anteojos “gemelos” y una nariz que hacía clara referencia a sus bólidos de F1. El motor elegido fue un V8 biturbo de 5.5 litros capaz de ofrecer 626 HP y 580 lb-pie de par, con lo que hacía el 0 a 100 en 3.5 segundos, con una velocidad tope de 333 km/h. Se produjeron 1,700 unidades, 75 de ellas para una edición especial basada en el Roadster denominada Stirling Moss, con 650 HP.
MERCEDES-BENZ SLS AMG 2010, EL HEREDERO
El sustituto del SLR llegó en el 2010, aunque en esta ocasión en colaboración estrecha con la filial de alto rendimiento de la marca, AMG. Contra el diseño radical de su antecesor, condicionado en parte por compartir elementos con el SL, el SLS tenía una estampa mucho más sencilla y retro, tomando inspiración clara del multicitado 300 SL.
Arriba las manos
Mientras que el SLR usaba puertas tipo tijera o “mariposa”, con dos articulaciones y abriendo arriba y afuera, el SLS rescataba la configuración “Alas de Gaviota”, de accionamiento manual para ahorrar peso. El V8 del coupé llegaba hasta los 6.3 litros de cilindrada, con 571 caballos y 480 lb-pie de par, acoplado a una caja de doble embrague de 7 velocidades, con prestaciones en el orden de 3.8 segundos para el 0 a 100 km/h y una máxima de 317 km/h.
Black Power
Hubo una variante eléctrica con 750 HP extraídos de cuatro motores, y otra denominada Black Series con 630 caballos, sometida a una dieta rigurosa que le hacía perder casi 100 kg, capaz de dejar atrás al todopoderoso Dodge Viper.
AMG GT R 2016, el anti nueve-once
A tono con la nueva política de denominar a las variantes desarrolladas en Affalterbach como “Mercedes-AMG”, el Mercedes-AMG GT surgió en 2014 no como un sustituto directo del SLS, sino como un deportivo más purista con el Porsche 911 en la mira. Con dos variantes de 462 (GT) y 510 caballos (GT S), el V8 de 4.0 litros es menos extremo, pero más eficientes que sus radicales antecesores.

El GT R es tan rápido como mucho de los modelos previos, pero es apenas un adelanto del venidero Black Series.
Más con menos
Sin embargo, en el festival de la velocidad de Goodwood, en el ahora escindido Reino Unido, se presentó la variante GT R (no confundir con el GT-R o el GTR), con 15 kg menos, paquete aerodinámico capaz de agregar carga positiva de 155 kg contra la variante S, 75 caballos extra (585 totales) 520 lb-pie de par, una velocidad máxima de 318 km/h y un 0 a 100 en 3.6 segundos, muy cercano a muchos de sus bestiales ancestros. La cereza en el pastel la pone el nuevo tono verde “AMG Green Hell Magno”, en honor a Nürburgring, el mítico Infierno Verde.
Negro y plata
Aunque en Stuttgart y Affalterbach han descartado de tajo un nuevo superdeportivo por arriba del GT, sí han prometido una variante Black Series aún más salvaje ¿Listos para una nueva flecha plateada?
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