Existen en el mundo infinidad de caminos de los que se cuentan historias y se viven realidades. Desde que los romanos erigieron su imperio apoyados en una red de caminos diseñada para conectar hasta el último rincón de sus territorios conquistados, la historia ha tendido a clasificar estas carreteras en función de su accesibilidad para el tránsito.
En esta ocasión hablaremos en concreto de tres famosos caminos en México, que por sus características físicas y meteorológicas, son los más peligrosos para el manejo.
Podríamos escribir hojas y hojas de rutas como Oaxaca – Puerto Escondido, Jalapa – Misantla, Ciudad Valles-Matehuala o la del cerro de la Sepultura en Chiapas, pero reducimos la lista a las tres carreteras mas emblemáticas en este rubro: El Espinazo del diablo en Durango, La Rumorosa en Baja California y la carretera de las Cumbres de Maltrata.
LA RUMOROSA, TECATE-MEXICALI
La Carretera Federal 2 que atraviesa la sierra de Juárez sorteando un grupo de cerros que flanquean al tiempo de unir las localidades de Tecate y Mexicali en la península de Baja California, tiene una larga historia por contar.
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Originalmente se trataba de un sinuoso camino de solo dos carriles que comenzó su largo historial de accidentes apoyada en el fuerte viento que cruzaba la carpeta asfáltica, los grados de inclinación y la naturaleza sinuosa del camino, que continuamente hacían perder el control del auto.
El camino, lleno de curvas y tiene un clima muy extremo, oscilando entre el mes de julio a 45°c y noviembre a -18°C como la temperatura mínima absoluta. En invierno se pueden dar tormentas de nieve, haciendo que La Rumorosa sea única.
Esta carretera ha dejado un legado de leyendas, como la de la enfermera fantasma, que desapareció en camino a prestar su asistencia en un accidente, dando lugar a todo tipo de especulaciones reales y espectrales y sus consecuentes “apariciones” dentro y fuera de los vehículos; o la del joven de la bicicleta que luego de ser arrollado por algún conductor sin escrúpulos, se hace presente reiteradamente en el camino para llamar la atención sobre su tragedia.
EL ESPINAZO DEL DIABLO, MAZATLÁN-DURANGO
Probablemente, el trazo más escalofriante para un conductor experimentado. El kilómetro 168 de la carretera 40 da inicio al tramo de tres horas que une a Durango con el puerto de Mazatlán, Sinaloa.
Su punto más alto, es el mirador de Buenos Aires, desde el que se dominan magníficos escenarios con bosques, cascadas y un visual de una de las sierras más imponentes del mundo.
La entrada a una de las carreteras más peligrosas del país.
Cuentan las historias locales gracias a la correcta combinación de la luz y la oscuridad, al caer la tarde se puede apreciar la silueta del diablo; de ahí el nombre de esta carretera.
Actualmente, una de las obras de ingeniería más atrevidas del mundo se ostenta sobre esta arteria. Siguiendo el nuevo trazado de 230 kilómetros de “El Espinazo del diablo”, podremos encontrar el Baluarte, el puente colgante más alto del mundo, que sienta sus reales sobre un desfiladero de 400 metros de altura.
Toma aérea del Puente Baluarte.
Este nuevo trazo incluye 115 puentes y 61 túneles y está planteado para agilizar el tráfico entre los puertos del Golfo de México con los del Pacífico en un viaje de apenas 12 horas y Mazatlán con San Antonio, Texas, en el mismo lapso de tiempo.
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CUMBRES DE ACULTZINGO, CÓRDOBA-ACULTZINGO
El ascenso propuesto por esta peculiar ruta ubicada en el estado de Veracruz, es un reto espeluznante.
Una vez más, el trazo inicial que sortea el asombroso sistema montañoso, no hace más que ajustarse a los caprichos que plantean las formas de las laderas, sobre todo en el tramo Esperanza-Cumbres de Maltrata, lo que lo convierte en uno de los más accidentados de México.
Si a esto sumamos que la neblina está presente durante todo el año, el clima es muy húmedo y las temperaturas pueden rondar hasta los 10 grados centígrados bajo cero. No en balde ha sido denominada “la carretera del miedo”.
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Las Cumbres de Maltrata se ubican a 2,430 metros sobre el nivel del mar en el frente de un sistema montañoso que provoca la acumulación de una densa niebla que limita a los conductores, llegando a registrar niveles de visibilidad entre uno y tres metros.
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